...armaron sus caballetes, prepararon sus lienzos y dispararon sobre estos desde sus paletas, sus colores primarios y secundarios. Así compartieron con nosotros parte del ritual de pintar; luego, respiraron hondo, para volver a estudiar sus alrededores. De pronto vienen a sus mentes otras las ideas irrenunciables y sus manos vuelven a empezar…
La acción es colectiva. La plaza de armas de Cajamarca ha sido tomada por más de 500 artistas venidos de todo el Perú, con la consigna de ser uno de los ganadores en el I Concurso Nacional de Pintura Rápida “Mario Urteaga Alvarado”. Apenas 12 horas para entregar la pintura concebida, entregarla en el Complejo Belén (29 de octubre. 6 a. m. y una fila de pintores que registraban sus lienzos con código de barras y sello municipal; tal vez algunos habían contado las horas para estar allí o arrastraron esos cuerpos adormitados que solo el suelo podía contener).
La organización y la puntualidad primaron como en los afamados eventos internacionales en este género. Sin distinciones, jóvenes inexpertos, caballerescos soñadores, autodidactas, laureados, anónimos y románticos de la comunión al pintar estaban allí como aves migratorias, adquiriendo nuevas fuerzas y experiencias que resultaría ser fragua para sus armas. El grupo arequipeño era uno de los más entusiastas (60 participantes).
Días antes nuestra Ciudad Blanca, literalmente, quedaría blanca de color; era inevitable, ellos estaban listos. Parecía que iniciaron un peregrinaje: ni un solo pintor en las calles de Arequipa, aparentemente. Como en las grandes cruzadas, que migraron por un ideal, los pintores se fueron cargando caballetes y colores y pinceles y litros de aceites. Todos ellos, armados hasta los dientes, con una imaginación más sólida que brillante, más humana que divina.
A esa hora, el sol rozaba tangente los árboles de la plaza. Mientras los artistas desenrollaban sus telas, abrían esas mochilas como si fueran la despensa de un mago y desplegarían con creces su imaginación e iniciativas. Miran el horizonte, como si allí hubieran encontrado algo que no solo los transportara a la historia o la belleza intrincada al norte del Perú (la legendaria cultura Caxamarca, los más de 90 sitios ceremoniales descubiertos por Julio C. Tello y, para estos días, el estudio de un nuevo centro ceremonial tan imponente como Chavín a cargo del eminente arqueólogo Walter Alva).
Otros caminan cual colosos, con todo su equipaje a la deriva, circundando estas calles anchas, laberínticas, de balcones mestizos e inevitable modernidad (y apenas hace quinientos años se pedía en esta ciudad el rescate de un Atahualpa abatido, hoy estos pintores recuperarían aquel rescate a cambio de sus talentos). Los pintores están preparados para explorar su nuevo escenario, para copiar y bocetear directamente del natural, plasmando las variantes de luz y cambios de atmósferas; en fin, para reinterpretar particularmente su visión realista, ilusoria o utópica, para dejar el testimonio de su intrínseca capacidad plástica.
Cajamarca está rodeada de cerros de intensos colores, selvas de eucaliptos y almendros, noche de luces volantes y estrellas jugueteando; piedra, barro y quincha, techos rojo indio y cúmulos de nubes. Su producción es agropecuaria, ganadera, pero sobre todo minera Se dice que son 7 minas de oro actualmente explotadas (la población señala su cerros asegurando que el oro está cubierto por vegetación, tierra y piedra), la problemática está latente entre hombre y naturaleza, pero la fantasía puede más entre los que esperan obtener algún beneficio (los indicadores económicos aquí cambiaron radicalmente).
Minúsculas tiendas dibujan el contorno de la plaza con un halo de luces amarillas. Frente a frente la Catedral y la iglesia de San Francisco. Convergen a la plaza y su pileta de base octagonal, la calle Etén que conduce al cuarto del rescate de Atahualpa, las calles hacia las iglesias del Monasterio, Santa Apolonia y de La Recoleta.
Aquel día marcó un antes y un después en el arte de provincias ya que Cajamarca fue sede del mayor concurso de pintura al aire libre en la historia del Perú. En la tierra también de artistas e intelectuales como Mario Urtega (1875/1957), Amalia Puga (1866/1963) y Andrés Zevallos (1916…); una iniciativa inusitada por un presidente regional, meritoria desde cualquier punto de vista y concretizada ahora por el presidente de la Región Cajamarca, el profesor Gregorio Santos Guerrero, quien institucionalizó públicamente el dicho evento; quien, además, en el próximo consejo de presidentes regionales se comprometió a exigir un fondo cultural y concursos nacionales de todas las artes en cada región del Perú.

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El I Concurso Nacional de Pintura Rápida” Mario Urteaga Alvarado” congregó a más de 500 participantes a pesar de sus 603 inscritos de todo el Perú. El día elegido fue 29 de octubre desde las 6 a. m. hasta las 5 de la tarde. Fue convocado por el Gobierno Regional de Cajamarca, y se repartió 43 500 nuevos soles entre los ganadores. Con dos categorías A y B (mayores de 18 años y residentes cajamarquinos), el jurado calificador estuvo a cargo del artista plástico JuanPastorelli, el artista museógrafo Percy Murillo, el exdirector de la Bienal de Cuenca (Ecuador) Eliecer Cárdenas y el director del Museo y Teatro de Ecuador Esteban Zegarra.
Entre los ganadores (categoría A) destacan cinco arequipeños:
Carlos Ticona (segundo Puesto), Waldir Gálvez (tercer puesto), Juan Carlos Zeballos, Yunior Ventura y Marco Nina con tres menciones honrosas, respectivamente.












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